Si quieres conocer más sobre la historia de la Ermita de Nuestra Señora de las Cruces, pincha sobre este enlace: Historia de la Ermita

A siete kilómetros de Don Benito, entre el río Ortigas y la sierra del mismo nombre, como recostada graciosamente en su falda Norte, al iniciar la subida de su ladera, antes del último recodo de la carretera que conduce a Valle de la Serena, está este santuario y en él, una Virgen con relicario en sus manos y tres cruces que por ello se denomina la Virgen de las Cruces.

La actual ermita se construyó a principios del siglo XVII. Y según los libros de cuentas de la parroquia de Santiago (1582), cuando terminaron las obras de esta iglesia, las maderas de los andamiajes, fue parte para la ermita de las Cruces y parte para el convento de franciscanos de Medellín, por mandato del Sr. Visitador. Por aquel tiempo, la patrona de Don Benito era aún la Virgen de la Piedad.

También se ha referido ya lo maltrecha que quedó la ermita en la guerra de la Independencia (1808-1814), su posterior reconstrucción y como, a partir de estos acontecimientos, la Virgen de las Cruces pasa a ser la Patrona. En el año 1901 se reformó el presbiterio y se colocó la verja de separación, que sólo se abre cuando se celebra el culto religioso.

Presbiterio de la ermita al principio del siglo XX

En 1931 se hizo  obra en el presbiterio y el retablo. La imagen de la Virgen fue llevada al pueblo, a causa de la sequía, el 11 de febrero. Aprovechando estas circunstancias se hicieron las obras aludidas, razón por la que su permanencia en el pueblo fue de las más prolongadas: hasta las 7 de la mañana del 12 de abril en que el vecindario, en medio de un gran fervor y en concurrencia de los pueblos próximos, la acompañó de regreso a su ermita.

Una vez más, en esta ocasión por la guerra fratricida de los españoles (1936-1939), hubo que hacer nuevas reparaciones. Don Pedro Torre-Isunza González realizó la imagen que se venera en la actualidad; y el nuevo mayordomo, el Conde de Campos de Orellana, adquirió el hermoso retablo barroco, procedente de una capilla del palacio del Marqués de Montsalú, que hubo que adaptar al altar. Hizo también a su costa un anexo para vivienda de los ermitaños y un amplio salón para los usos y necesidades de la ermita.

En 1968 se construyeron los soportales de la parte norte.

En 1983, el obispo de Plasencia, D. Antonio Vilaplana, declaró a esta ermita «Centro Oficial de Peregrinación en la zona sur de la Diócesis», durante el Año Jubilar de la Redención.

DSCN39901.jpgEn el año 1991 se realizaron las obras que dan el aspecto que en estos momentos tiene la ermita, tanto en su interior como en las inmediaciones. Fue saneada de humedades, se ampliaron puertas y ventanales para dar luz del día al oscuro recinto. En el interior, el presbiterio se reformó totalmente, con un mármol color madera; el retablo barroco,  comido por las termitas, se reparó prácticamente entero (muchas piezas son nuevas).

Parte importante de esta reforma es el camarín de la Virgen. Pasó de ser un cuarto oscuro e incomunicado a ser un lugar hermoso y esbelto para estar más íntimamente cerca de la Virgen. Se le dio altura, rebajando su suelo; las paredes se adornaron con mármol verde de Guatemala y se realizó una abertura para acceder a la Imagen, dotando a este hueco de una plataforma giratoria, para poder contemplar a Nuestra Señora tanto desde la nave como desde el camarín.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Esta restauración fue posible gracias a la aportación de la mayordomía de la Virgen, del Ayuntamiento de Don Benito, del propio pueblo y de la que -a decir de la gente- fue la mayor y de todas: la del sacerdote, y muy devoto de la Virgen de las Cruces, D. Delfín Martín Recio. No fue hasta 1996 cuando concluyeron todas estas obras.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

El recinto exterior y su entorno

A lo largo de los años, el recinto de la ermita ha sufrido profundas modificaciones.

En la actualidad, en el recinto de la ermita se encuentra la vivienda del ermitaño, un amplio salón de usos múltiples, salas de reuniones, los aseos y un kiosco con terraza para que los visitantes y peregrinos estén cómodos durante sus estancias. Todo esto completado con un cuidado césped y arboleda.